Si manejas, seguramente te has preguntado cuál seguro de auto es el que más te conviene, qué aseguradora te da más facilidades, más beneficios, el que tiene mejor puntuación, etc.
En cuanto tenemos nuestro auto siempre surge la duda, con quién y en dónde contratar el seguro y muchas veces en donde compramos el auto nos da la ventaja de poder contratar el seguro allí pero a veces esta no es la mejor alternativa en términos de costo o de beneficios.
Antes de contratar un seguro de auto debemos enterarnos de las coberturas y beneficios, además claro está, de averiguar los precios que ofrece cada aseguradora.

¿Cuáles son las coberturas que más me convienen?
Las coberturas que mayormente se manejan en México son las de Responsabilidad Civil, la limitada y la amplia.    

• La Responsabilidad Civil es la cobertura que se encarga de los daños ocasionados a terceros. Es la más básica y en algunos estados de la república como en carreteras federales, es obligatoria.
• La cobertura limitada incluye la responsabilidad civil más la protección de robo de auto.
• La cobertura amplia incluye todo lo anterior más protección por gastos materiales ocasionados por el conductor, y en algunas ocasiones incluye el servicio médico.

Tú eres quien decide que es lo que más conviene a la hora de contratar tu seguro de auto pero lo recomendable en líneas generales es obtener el seguro de auto de cobertura amplia para que te sientas totalmente tranquilo en caso de siniestro.

Contrata desde tu casa:

Ahora con la posibilidad de comprar productos y contratar servicios desde la computadora de tu casa u oficina, es más fácil y rápido contratar tu seguro de auto, sólo basta con introducir unos datos para estar protegido. Así, un agregador de seguros digital adquiere relevancia si quieres encontrar el seguro de auto más económico y adecuado para ti.
En SeguroSimple.com puedes comparar los beneficios, coberturas y primas de las principales aseguradoras del mercado y en consecuencia elegir el seguro de auto que más se acomode a tus necesidades. 

Fuente: El Economista